La presente nota es la primera de una serie de curiosidades culturales sobre como interactuar con determinadas sociedades. Hoy comenzaremos con una de las costumbres más habituales de los canadienses… que es disculparse.
Una de las características de la cultura canadiense que ellos se burlan de sí mismos, es pedir disculpas (perdón por llegar tarde a reunión, perdón por levantar la voz, perdón por pedir perdón), como una forma de mostrar cortesía o simpatía con la persona con quien se comunica. Tal es la frecuencia con que un canadiense se disculpa que existe la frase con humor que dice que } si un canadiense no se disculpa al menos tres veces por día, puede perder su ciudadanía.
Es por esta actitud cortés que muchas veces ante tribunales, alguna de las partes litigantes, por amabilidad, pide disculpas por la situación que hace que vayan a juicio y muchos abogados, hábiles como el halcón para detectar una oportunidad, lo querían tomar como una expresión de reconocer su culpabilidad.
Al inicio del siglo actual, varios gobiernos provinciales emitieron la ley de las disculpas, donde se establece que una disculpa hecha por, o en nombre de una persona, no constituye una admisión expresa o implícita de culpa o responsabilidad de su parte. Es decir, la ley destaca el hecho que una disculpa no puede ser tomada en cuenta por ningún tribunal para determinar si una persona tiene la culpa de un evento por el cual es juzgado o cuestionado.
Recuerde entonces que cuando usted tiene un momento de tensión durante una negociación con una persona de nacionalidad canadiense y se disculpa por el entorno no es que reconoce que la situación es por su responsabilidad; su actitud fundamentalmente radica en querer ser cortés, simpático con el sentir de su interlocutor y, en una gran proporción, deseos de continuar la relación profesional y/o comercial
Queda avisado… y ¡perdón por la extensión de este artículo!